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El proyecto toma el nombre del edificio que había previamente en el terreno de dos hectáreas: el Sporta pils (Palacio de los deportes). Construido en 1970, este pabellón deportivo acogía diversas actividades, entre ellas un centro comercial en la primera planta. El edificio fue demolido en 2008 y dejó libre un solar para futuros planes urbanísticos que no se han llevado a cabo, provocando que la naturaleza se haya apoderado de este enorme espacio vacío.
Desde su demolición hasta el 2020, el terreno estuvo cerrado a los vecinos de Riga, y a menudo se utilizaba como lugar para consumir drogas y alcohol y como zona para botellones de adolescentes, que se ocultaban entre los árboles y los arbustos que habían crecido en el solar. Además, el solar se utilizaba como vertedero, y la gente arrojaba todo tipo de desechos, desde heces de perros hasta viejos televisores.
Objeto de la intervención
El proyecto de convertir un solar degradado en un jardín exuberante intentaba demostrar cómo todo ciudadano tiene los medios y el derecho de mejorar su entorno y cómo ciertas acciones pueden generar un bienestar colectivo. No solo se trataba de instalar unas jardineras, sino también de construir una comunidad en un barrio donde las personas, a pesar de vivir unas cerca de las otras, no tenían vínculos entre ellas. El objetivo del proyecto era crear un sentido de pertenencia y un lugar que sirviera de plataforma de transformación de la sociedad, un lugar que promoviera un estilo de vida más saludable y sostenible basado en el cuidado y el compromiso ciudadano. El jardín comunitario de Sporta pils ha sido la primera obra de jardinería urbana en Riga, y ha servido como modelo para nuevas formas de paisaje urbano y de activación de una ciudadanía más consciente, valiente y creativa. El proyecto arrancó de la iniciativa de un vecino del barrio, pero fue llevado a cabo gracias a más de doscientas personas. Su éxito o fracaso en el futuro depende todavía de la participación y el compromiso continuados de la comunidad.
Descripción
La iniciativa se puso en marcha en una reunión celebrada en septiembre de 2020 a la que asistieron más de cien personas. En los dos fines de semana siguientes, más de doscientos voluntarios y representantes del comercio local limpiaron y desbrozaron el terreno y más tarde se llevó a cabo un programa de educación pública sobre jardinería sostenible, convocado en internet, para recaudar mediante crowdfunding los 6.000 euros necesarios para construir las instalaciones de agua y electricidad. El proyecto alcanzó tal éxito que recaudó 15.000 euros y recibió el apoyo de los vecinos y del Ayuntamiento.
Los materiales para las jardineras (palés y sus collares) y la tierra fueron donados por empresas locales. Las jardineras se dispusieron de modo que dejaran libre un prado abierto al público y una zona recreativa en el centro. Desde entonces, los miembros de la comunidad cuidan las 140 jardineras y cada socio dispone de un pequeño terreno de 12,5 metros cuadrados donde puede colocar de tres a ocho jardineras elevadas, macetas y mobiliario de jardín. En total, más de 650 parterres ocupan el solar, incluidas las zonas compartidas que son cuidadas por la comunidad.
Valoración
Este proyecto ha establecido un nuevo precedente en Letonia que demuestra cómo un jardín puede convertirse en una plataforma para promover una convivencia abierta, tolerante y solidaria. Además, el huerto se ha pensado como un lugar para el apoyo mutuo entre los vecinos que comparten su cuidado, reforzando así los lazos comunitarios y dando respuesta a la situación de soledad en la que se encontraban algunas personas del barrio.
El Ayuntamiento de Riga ha reconocido la importancia social y colectiva del jardín comunitario de Sporta pils y a pesar de no estar en el origen de la intervención, ahora apoya el proyecto y ha invitado a pensar en diversas formas de promover los huertos urbanos entre los vecinos de la ciudad. Así, esta iniciativa y su comunidad sirven para compartir conocimientos con otros proyectos similares que intentan revitalizar otros barrios de Riga. El jardín comunitario de Sporta pils ha ganado una fama merecida y actualmente recibe más de 4.000 visitantes cada verano.
La comunidad que se ha generado alrededor de este proyecto, totalmente autogestionada, ha demostrado su fortaleza al convertirse en un sistema de apoyo insustituible durante la pandemia y la actual guerra de Ucrania. En este contexto tan complejo, la comunidad de Sporta pils sigue cuidando su jardín, a la vez que recoge donaciones para los ucranianos y acoge a quienes buscan refugio en Riga.
[Última actualización: 09/06/2023]
