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  • FINALISTA 2008

Auvent Porte de Flandre

Bruselas (Bélgica), 2006

Instalación de una marquesina especial en la parada de tranvía del muelle del río Senne.

Estado anterior

Construida en el siglo XIV, la segunda muralla de Bruselas definía un perímetro poligonal de cinco costados alrededor del actual casco antiguo, que, por este motivo, es conocido popularmente como el «Pentagone». Hoy en día, su traza pentagonal está ocupada por la «Petite Ceinture», un anillo vial de circunvalación con varios carriles en cada sentido y gran intensidad de tráfico rodado. Con aceras excesivamente estrechas, esta vía separa el casco urbano del río Senne, tangente al lado noroeste del «Pentagone», constituyendo una barrera difícilmente franqueable para los peatones y obstaculizando la correcta relación entre la ciudad y el frente fluvial.

En este punto, la carretera de Gante cruza el río y penetra la antigua muralla por el puente de la Porte de Flandre, justo después de cruzar el barrio de Molenbeek-Saint Jean y antes de convertirse en la calle Antoine Dansaert, que desemboca en el mismísimo centro de la Grote Markt, la plaza mayor de la ciudad. Cerca del puente, una remarcable construcción de principios del siglo XX, se halla una parada de la línea 81 del tranvía. Dada la angostura de la acera, que no permite instalar una marquesina convencional, hasta hace poco la parada estaba descubierta y se indicaba con un simple poste vertical. Las personas que esperaban el tranvía, aisladas entre el río y el tráfico, no tenían, pues, cobijo alguno durante los frecuentes días lluviosos de Bruselas.

Objeto de la intervención

En 2004, el ayuntamiento y el Ministerio del Transporte destinaron una inversión de poco más de dos mil euros a la instalación de una marquesina especialmente diseñada para poder dar cobijo a la parada del tranvía. Pero, aparte de dar solución a un problema meramente funcional, esta pequeña intervención tenía un objetivo de mayor alcance. A la espera de un proyecto que planteara definitivamente la recuperación a gran escala del frente fluvial, la marquesina debía contribuir a la reconciliación entre el «Pentagone» y el Senne.

Descripción

La nueva marquesina de la Porte de Flandre está constituida por dos brazos estructurales de acero y una cubierta inclinada de doce metros cuadrados. Los brazos estructurales, dos perfiles de 20 mm de grosor en forma de sigma, están anclados en la cara inferior del voladizo formado por la sección del muelle. Una riostra horizontal constituida por una chapa curva de acero se apoya mediante una banda blanda de neopreno sobre la barandilla del muelle y recoge los dos vértices intermedios de los brazos para evitar su vuelco. De este modo, la estructura es al mismo tiempo sólida y sumamente respetuosa para con el muelle existente. No inflige alteración alguna a la barandilla y podría ser fácilmente desmontada sin dejar rastro alguno. La cubierta es un panel de 120 mm de grosor fijado en cuatro puntos a los brazos de acero. Presenta una inclinación de 16º respecto al plano horizontal que, aparte de permitirle desaguar sobre el Senne el agua de lluvia recogida, hace que su paramento inferior, revestido de espejo, refleje la superficie del río hacia la calzada central de la «Petite Ceinture» y viceversa.

Valoración

Los objetos más estrictamente funcionales que pueblan el espacio urbano, ya sean elementos del mobiliario, de señalización o de alumbrado, son productos industrializados que optimizan soluciones de uso y fabricación desde una perspectiva genérica. En la mayoría de los casos y por razones obvias, no están concebidos para responder, desde una aproximación más concreta, a las características específicas de los lugares que los acaban acogiendo. La contradicción de esta norma es el aspecto más relevante de la marquesina de la Porte de Flandre.

Su especificidad, que la convierte en un objeto casi artesanal, es la respuesta directa a un problema concreto –la estrechez de la acera– que no permitía el empleo de una marquesina estándar. Aunque es cierto que sus funciones inmediatas de cobijo y señalización de una parada de tranvía son muy convencionales, la forma de su estructura está tan fuertemente determinada por la particular sección del muelle del Senne que no podría ser instalada en otro lugar.

Sin embargo, esta afinidad con el contexto sobrepasa la escala del diseño industrial para erigirse quizá no en una solución definitiva, pero sí en una valiosa contribución a la reconciliación de la ciudad con el río. Como si se hubiera abierto una ventana en un muro ciego, el espejo de la cubierta que refleja las aguas del río restablece el contacto visual entre ambas partes, despierta el interés de la una por la otra y reclama su reunificación. Sorprendentemente, la inclinación de la cubierta adquiere así un doble sentido: mientras que su cara superior vierte las aguas río abajo, su cara inferior las devuelve reflejadas hacia el nivel de la ciudad. En este ilusorio ciclo del agua, las personas que esperan el tranvía quedan enmarcadas y dignificadas bajo un palio que atrae la atención de las miradas que lo rodean. De algún modo, las funciones prosaicas de una parada de tranvía han alcanzado la trascendencia de una poesía urbana: la señalización se ha convertido en reclamo y el simple cobijo, en noble palio.

David Bravo Bordas, arquitecto

[Última actualización: 02/05/2018]

Ficha técnica

CIUDAD: Bruselas
PAÍS: Bélgica
INICIO DEL PROYECTO: 2004
INICIO DE LAS OBRAS: 2006
FINAL DE LAS OBRAS: 2006
SUPERFICIE: 12 m²
COSTE: 2.250 €

Créditos

PROMOTOR:
Ministry of Equipment and Transport

AUTORES:
Jean-Marc Simon, Ney&Partners

COLABORADORES:
Benoit Moritz, Alain Simon, Sarah Levy, Denis Coppin, Sylvie Duchenne

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