Estado anterior
La principal plaza de Zagreb se denomina Ban Jelacic y data del siglo XVII. Salvo una franja destinada al paso de tranvías, su superficie, aproximadamente rectangular y de casi doscientos metros de largo por unos setenta de ancho, es exclusiva para los peatones. Está presidida por la estatua ecuestre del conde Josip Jelacic de Bužim, héroe nacional que le da nombre. La mayoría de los edificios que la delimitan son antiguos, aunque hay también algunos representantes del secesionismo vienés y de la arquitectura moderna. Ello hace que la plaza constituya un buen marco para apreciar la evolución de la arquitectura croata a lo largo de los siglos. En los últimos años se han hecho habituales en el paisaje de la plaza las grandes lonas publicitarias que cubren los andamios de las obras de restauración de algunas de sus fachadas más antiguas.Objeto de la intervención
En 2006, la plaza Ban Jelacic fue elegida como el principal escenario de la 41ª edición del Zagrebackog Salona (Salón de Zagreb), una muestra de arte contemporáneo que desde 1965 tiene lugar anualmente en la capital croata. Organizada por el ayuntamiento de la ciudad y patrocinada por el Ministerio de Cultura, la muestra contó en esta edición con la colaboración de la Asociación de Arquitectos de Croacia (CAA) y la Sociedad de Arquitectos de Zagreb, que se encargaron de convocar un concurso nacional de arquitectura bajo el lema «La Búsqueda de la Ética». En lugar de exhibirse en la galería del Museo Plaster Casts, tal y como venía siendo lo habitual, la selección de los mejores proyectos presentados en esta convocatoria fue expuesta en la plaza con el fin de acercarla a un público más amplio que el estrictamente profesional y de que la ciudadanía pudiera evaluar críticamente la situación de la producción arquitectónica contemporánea.Descripción
Sobre una extensión de más de dos mil metros cuadrados, la exposición temporal presentó, durante un mes, ciento veinte obras y proyectos de arquitectura a los peatones de la plaza. Los trabajos se explicaban de forma simple y comprensible, a través de textos, fotografías, dibujos e imágenes virtuales y evitando sistemas de representación demasiado complejos o especializados. Estaban impresos sobre lonas resistentes a la intemperie, que estaban fijadas sobre una andamiada de acero galvanizado de seis metros de altura. Esta estructura elevada, económica y fácilmente desmontable, permitía el paso de las personas por debajo del soporte expositivo, de modo que no obstaculizaba el tráfico normal de la plaza y liberaba visualmente el plano del suelo.Los andamios estaban dispuestos de modo que dibujaban sobre este plano un gran número «41», de más de treinta metros de largo por veinte de ancho. A la derecha de esa cifra se trazaron sobre el pavimento de la plaza una zeta y una ese mayúsculas de tamaño similar. Su perfil estaba delineado con cintas adhesivas que se usan habitualmente para hacer señalizaciones temporales de la calzada de la carretera y su interior estaba pintado con tiza. El conjunto de grafías representaba las siglas «41.ZS» en alusión a la 41ª edición del Zagrebackog Salona.
Dada su escala, sin embrago, estas siglas resultaban ilegibles desde el punto de vista del peatón y sólo eran perceptibles a vista de pájaro o desde las plantas superiores de los edificios que rodeaban la plaza. Por este motivo, se elaboró una imagen virtual en la que se veía la plaza y las siglas en una vista aérea. La imagen se colgó encima de un andamio cúbico de tres metros de arista, que representaba el punto que separa los números de las letras en el acrónimo de la exposición. Además, el día en que se inauguró la muestra, se tomó una fotografía aérea de la plaza que se distribuyó a la prensa impresa y digital y que se reprodujo en grandes carteles repartidos por la ciudad.
Valoración
La exposición de la 41ª edición del Zagrebackog Salona se propuso que la reflexión acerca de la arquitectura contemporánea croata dejara temporalmente las galerías y las revistas especializadas para salir a la calle. Lo logró con medios modestos y excelentes resultados. La instalación temporal permitió que durante unos días la plaza Ban Jelacic se convirtiera en un foro de discusión pública sobre las cuestiones propias de la arquitectura. La función pedagógica del espacio público se añadía, así, a sus usos cotidianos y ponía al alcance de todo el mundo una reflexión que a menudo se presenta como críptica y exclusiva de los iniciados.Sin embargo, los efectos de esta actitud extravertida no son sólo didácticos o divulgativos. La intervención aprovecha la excepcionalidad de su contexto para practicar un enriquecedor giro metonímico en que el continente suplanta a su contenido. En efecto, mientras que la arquitectura expuesta queda restringida a la representación bidimensional, el soporte expositivo adquiere el relieve y la escala de un objeto construido que se inserta dentro del paisaje urbano. La inserción de este objeto dentro de la plaza –que ya de por sí contiene una valiosa colección de ejemplos construidos a lo largo de diferentes periodos históricos– es toda una lección de arquitectura.
Por un lado, la intervención sabe recoger algunas premisas dadas por el contexto que la acoge. En la nueva disposición del espacio, la estatua ecuestre se convierte en el apóstrofe que separa las dos partes del acrónimo y los andamios que cubren con frecuencia las fachadas de la plaza –constituyendo parte de su paisaje cotidiano– se ven reflejados en la andamiada de la exposición, pese a que su función es ahora mucho menos frívola que la de las proclamas publicitarias. Además, la elección de este sistema constructivo responde con eficacia a los requisitos mínimos de coste y temporalidad, al mismo tiempo que evita obstaculizar la libre circulación sobre la plaza. Por otro lado, y a pesar de su carácter ligero y efímero, el objeto construido alcanza un elevado grado de simbolismo y monumentalidad. De modo análogo a lo que a menudo sucede con la arquitectura y el urbanismo, el cuerpo de la exposición no se puede abarcar a simple vista y requiere ser observado desde el aire –en planta– para poder ser totalmente comprendido. La exigencia de ese distanciamiento perceptivo resulta recompensada con el descubrimiento y la comprensión de unos signos que en otras épocas se habrían dirigido a las divinidades pero que, hoy en día, con los sistemas de cartografía digital que ofrece Internet, están a la vista de todos.
David Bravo Bordas, arquitecto
[Última actualización: 09/05/2023]
