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  • FINALISTA 2018

Calle Plaza

Barcelona (España), 2017

Una serie de terrazas insertadas en una calle en pendiente otorgan espacios públicos domesticables a las pequeñas casas de un antiguo barrio informal situado en la cima de la colina de la Rovira.

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El Turó de la Rovira es uno de los últimos contrafuertes de la Cordillera Litoral antes del cambio de pendiente que conforma el llamado Llano de Barcelona. Forma parte del conjunto de cerros pertenecientes al macizo de Collserola comprendidos entre los 180 y 260 metros de altura sobre el nivel del mar que emergen del tejido urbano para ser los mejores miradores. Probablemente, esta situación geográfica propició la instalación de pobladores íberos ya en el siglo IV a.C. En concreto, el Turó de la Rovira, donde se ubica el proyecto, ha vivido varias etapas de urbanización que se originan a finales del siglo XIX con el abastecimiento de agua a la ciudad y la construcción de las primeras casas de veraneo. Durante la guerra civil española su situación estratégica sobre la ciudad lleva a instalar en él la batería antiaérea, que fue fundamental en el sistema defensivo de Barcelona. En la posguerra, la ciudad vivió una fuerte ola de inmigración que colonizó el cerro con un asentamiento de autoconstrucción y chabolismo que pervivió hasta la década de los noventa. No es hasta 2010 que el lugar se recupera para el uso colectivo gracias a un proyecto que hace visible la densa historia del lugar que incluye todos sus estratos y que mereció el galardón exaequo del Premio Europeo del Espacio Público Urbano de 2012. Pero en aquella intervención no se incluyeron las dos calles del pequeño núcleo habitado de Marià Lavernia, las cuales, situadas bajo la cumbre, son sus accesos. El olvido ha supuesto que las casas de épocas y calidades diversas no tuvieran servicios urbanos, es decir, pavimentación, alumbrado, arbolado ni tampoco saneamiento. Lo que debían ser calles se convirtieron con los años en zonas de estacionamiento de coches y motos.

Objeto de la intervención

En los últimos años la ciudad de Barcelona ha estado trabajando para hallar la conexión entre el Turó de la Rovira y el resto de la trama urbana imaginando nuevos itinerarios peatonales que unieran la cima con algunos de los hitos urbanos más significativos como el Park Güell, el Hospital de Sant Pau o la Sagrada Familia. Estos posibles itinerarios requerían de una intervención para mejorar los accesos que conducen al mirador de las antiguas baterías antiaéreas desde el núcleo de Marià Lavernia que se encuentra en el interior de un área arbolada. El proyecto quedó integrado dentro del programa «Microbarcelonas», promovido por la oficina de Hábitat Urbano del Ayuntamiento, con la vocación de que cualquier fragmento de ciudad pudiera ser redimido a pesar de sus dificultades históricas. El objetivo del programa es llevar a cabo operaciones de rehabilitación urbana en espacios que han sido desestimados en la trama urbana pero que, por el contrario, aportan riqueza y diversidad a los tejidos de la ciudad. En el caso del Turó de la Rovira la propuesta fue transformar el carácter periférico pero preservando el frágil carácter periurbano de lugar semirural y de naturaleza doméstica. Lograr un espacio público de calidad para los vecinos mediante una geometría que buscara una convivencia armónica entre visitantes y habitantes en su doble función de convivencia y lugar de paso.

Descripción

.El proyecto procedió mediante la topografía del lugar con una operación de movimiento de tierras. Se tuvo en cuenta la necesidad del acceso con tráfico rodado y, a la vez, contar con plazoletas de descanso generadoras de nuevas actividades al aire libre que conforman una serie de planos horizontales sucesivos escalonados a lo largo de la pendiente con la misma dimensión de las parcelas de las fincas. Cada una de estas zonas puede ser entendida como un espacio público de dimensión doméstica o como una estancia exterior de las casas para el uso de sus habitantes. El proyecto resuelve, así, un doble reto geométrico: dar acceso a nivel en cada puerta de las viviendas y adaptar suavemente la pendiente natural del terreno. Las calzadas se han pavimentado con hormigón raspado para favorecer la adherencia de los vehículos y las pequeñas plazas, con piezas de piedra de travertino por su claridad cromática y la irregularidad que le confiere su historia ecológica. Se ha optado por un patrón diferente a imitación de alfombras, con la voluntad de hacer hincapié en el carácter habitado del lugar desde tiempos remotos. La vegetación plantada tendrá un papel esencial en los próximos años para dotar al espacio del confort térmico y lumínico necesarios y permitir la vida al aire libre. Los nuevos árboles quieren ayudar a restablecer la continuidad entre los espacios verdes adyacentes, la calle y la cima de la colina.

Valoración

El proyecto ha mejorado de forma radical la calle y ha dignificado la vida de sus habitantes tras muchos años de abandono. Ahora los vecinos disfrutan de todos los servicios que distinguen un tejido urbano, incluyendo una mejora de la accesibilidad a pesar de la complejidad topográfica. Y cuentan por primera vez con espacios horizontales para ensanchar los límites de sus pequeñas viviendas y desplegar la vida al aire libre. Pero la nueva situación no está exenta de dificultades debido al drástico aumento de visitantes al mirador del Turó de la Rovira, que ha afectado a la atmósfera tranquila y solitaria que tenía el pequeño barrio. Frente el riesgo de la turistificación, la apuesta del proyecto basada en la componente aditiva y de pequeña escala está ayudando a preservar el carácter doméstico y de apropiación de la calle por parte de los vecinos.

De todos modos, el conflicto principal radica en el hecho de que, por cambios de criterio en el gobierno municipal, la idea de derribar las construcciones existentes vuelve a planear sobre el lugar para convertirlo en una zona verde, lo que supondría la desaparición de la existencia testimonial de este núcleo habitado. Contra esta inquietud, el proyecto aporta la constatación de que el barrio puede ser un lugar de vida espléndido para sus habitantes.

Teresa Navas


[Última actualización: 27/08/2019]

Ficha técnica

CIUDAD: Barcelona
PAÍS: España
INICIO DEL PROYECTO: 2012
INICIO DE LAS OBRAS: 2014
FINAL DE LAS OBRAS: 2017
DIRECCIÓN DE OBRA: Carrer Marià Lavèrnia
CONSTRUCTORA: Obres i Serveis Roig s.a.
SUPERFICIE: 4.200 m²
COSTE: 1.312.070 €

Créditos

PROMOTOR:
Ajuntament de Barcelona

AUTORES:
bosch.capdeferro arquitectura

COLABORADORES:
Enginyeria: Enigest s.l. Consultors d'estructures: Blàzquez Guanter s.l.p. consultors d'estructures. Fotografia: José Hevia. Aparellador: Mor Arquitectura Tècnica s.l.p.

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