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  • SELECCIÓN ARCHIVO 2014

«Fountain hacks»

Guimarães (Portugal), 2012

Una selección de fuentes públicas es objeto de una transformación efímera que las hace lo bastante accesibles y acogedoras como para que la gente se atreva a ocuparlas de forma lúdica y festiva.

Estado anterior

Desde la antigüedad, las fuentes públicas que proveían de agua para beber, cocinar, abrevar al ganado, bañarse o lavar la ropa han ido perdiendo sus utilidades cotidianas para quedar reducidas a la función monumental o meramente decorativa. Es el caso de Guimarães, prolífica en surtidores de todo tipo, tanto en el centro medieval, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como en los barrios más periféricos. Lo cierto es que la ciudad, situada en el interior de Portugal, sufre unos veranos bastante calurosos. A su gente no le iría mal refrescarse con el agua de las fuentes en vez de recluirse en ambientes climatizados.

Objeto de la intervención

Precisamente, esta es la propuesta de «Fountain hacks» (pirateo de fuentes), iniciativa que ganó el primer premio del concurso «Performance Architecture», convocado en 2012 por el ayuntamiento para celebrar que Guimarães había sido nombrada Capital Europea de la Cultura. La idea, que contó con una subvención de 12.000 euros, consistía en intervenir temporalmente una serie de fuentes públicas durante los meses de junio, julio y agosto. Se trataba de hacerlas lo suficientemente accesibles y acogedoras para que la gente se atreviera a ocuparlas de forma lúdica y festiva. Al fin y al cabo, la experiencia quería tentar los límites de la urbanidad, poner en duda las barreras sociales para provocar promiscuidades insólitas entre las personas y su entorno físico.

Descripción

La iniciativa «Fountain hacks» cartografió un conjunto de surtidores seleccionados en función de su representatividad y de las posibilidades que ofrecía su entorno inmediato. Una vez situadas en el mapa, las fuentes seleccionadas definían un circuito que recreaba un paisaje de monumentos acuáticos. Cada una de ellas fue objeto de una intervención diferente, siempre reversible, de bajo coste y con medios low-tech. El método seguido era propio de una guerrilla urbana: rápido, simple y de efectividad máxima. Rebautizados con nombres divertidos e irrespetuosos, los monumentos eran profanados con toboganes hinchables, duchas domésticas, cambiadores de playa, sombrillas de colores, tumbonas de plástico o sillitas plegables. El público se entregaba entusiasmado, ataviado con sandalias, sombreros, gafas de sol, bañadores y toallas de rayas.

En la plaza Largo da Misericórdia, una fuente redonda coronada con una bola metálica, austera y solemne, fue objeto de una boutade que la tituló «Piscina olímpica» después de engalanarla con escalerillas de hierro y con los típicos cordones de boyas que delimitan los carriles de natación. El surtidor barroco de la plaza Largo do Toural, también en el casco histórico, se convirtió en la «Playland pool», un espacio lleno de flotadores y pelotas multicolores dedicado a los juegos infantiles. En las aguas someras de la balsa de la Alameda del Doctor Alfredo Pimenta, presidida por una fuente con obelisco, se instalaron tumbonas y mesitas de plástico para ambientar el «Beach lounge». Siguiendo una estrategia similar, en la charca circular del Parque da Cidade, se desplegaron sobre el agua grupos de sillas y mesas con sombrillas para que los comensales pudieran disfrutar de la «Barbecue fountain» mientras tenían los pies en remojo.

Valoración

Lejos de denigrar el patrimonio, iniciativas como la de «Fountain hacks» sirven para humanizar los monumentos. Fuentes acostumbradas a pasar desapercibidas en la rutina diaria fueron sobresaltadas con una actitud carnavalesca que desafiaba fenómenos tan diferentes como la museización del paisaje urbano, las ordenanzas de civismo o la banalidad con que el turismo desembarca en muchos barrios.

Presas de un ambiente extravagante pero glamoroso, las fuentes de Guimarães fueron escenario de la promiscuidad y la provocación. Durante un tiempo de brevedad veraniega, los peatones no se resistieron al sonido de los surtidores, que parecían susurrarles «atrévete a poner los pies en el agua como siempre habías deseado». Y así lo hicieron, sin que ningún club de fútbol hubiera ganado un campeonato, emulando la libertad con la que Marcello Mastroianni y Anita Ekberg se bañaban en la Fontana di Trevi, en La dolce vita de Federico Fellini.

David Bravo
Traducción de Maria Llopis

[Última actualización: 02/07/2021]

Ficha técnica

CIUDAD: Guimarães
PAÍS: Portugal
INICIO DEL PROYECTO: 2012
INICIO DE LAS OBRAS: 2012
FINAL DE LAS OBRAS: 2012
COSTE: 12.000 €
WEB: http://likearchitects.com/projects/fountain-hacks/

Créditos

PROMOTOR:
Guimarães 2012 Capital Europeia da Cultura

AUTORES:
LIKEarchitects with Ricardo Dourado LIKE architects


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