Estado anterior

A mediados del siglo XIX, junto a la estación de trenes de Zúrich norte se desarrolló un importante nudo de comunicaciones al tiempo que se iniciaba la revolución industrial. En 1876, en este emplazamiento se fundó una fábrica de maquinaria que rápidamente se convirtió en una de las empresas más importantes de este sector de la ciudad. En el siglo XX, el fuerte crecimiento económico de los años cincuenta y la inauguración de un aeropuerto próximo al asentamiento industrial significaron su apogeo y la conexión de las industrias locales con el mundo exterior. Con el crecimiento de Zúrich, la ciudad se fundió con esta colonia industrial mientras se transformaba en una metrópolis de las finanzas y los servicios a escala internacional. Con la aparición en escena de los ordenadores en los años sesenta, paralelamente a la aceleración de los procesos de producción que supusieron, el modelo industrial tradicional se vio paulatinamente desplazado y la consecuencia espacial de todo este proceso, ilustrado por la sustitución gradual de los obreros (blue collars) por administrativos, técnicos, profesionales y ejecutivos (white collars), se dibujaba terminalmente durante los años ochenta en un lugar con inmensas naves de producción vacías y zonas de almacenaje largamente innecesarias y desprovistas de la intensa actividad pasada.

Descripción

Para el desarrollo del nuevo barrio Centro Zúrich Norte se definieron unas pautas urbanísticas vinculantes que constituyeron la base para la planificación y concepción del espacio público y privado. A grandes líneas, estas pautas perseguían por un lado el respeto por la particularidad histórica del lugar –las dimensiones de los volúmenes de las construcciones industriales, el horizonte de cubiertas planas característico o la conservación de las naves susceptibles de ser refuncionalizadas– y por otro, la flexibilidad entre lo definitivo y lo provisional, dado el largo plazo de realización previsto y la mezcla de usos, con objeto de garantizar una continuidad de utilización en los ciclos diario y semanal.

Los nuevos espacios públicos habían de transformar la escala de las grandes explanadas, aproximándola a una lógica más adecuada para vivirla a diario, y se concretaron según los detallados planes de movilidad elaborados para toda la zona. Estos planes, dada la buena conectividad del sector a través del transporte público, redujeron la oferta de aparcamiento y definieron una red de caminos de peatones y de carriles bici a partir de un esquema de espacios viarios donde, a excepción de los accesos industriales para el tráfico pesado, éstos se realizaran como espacios de tráfico mixto y de bajo nivel de velocidad, incluso en el caso de las vías principales. Aparte de los grandes ejes, los diferentes espacios de tránsito se han concretado como superficies combinadas sin aceras.

La estructura de espacios públicos se organizó a partir de zonas libres y espacios verdes superficiales; grandes parques, parques lineales de conexión de los grandes espacios y plazas puntuales o microparques públicos en las zonas más densas, para identificar las nuevas zonas residenciales, de trabajo, de ocio y de tránsito que las enlazan con los barrios vecinos. Como medidas de compensación ecológica por el uso intensivo del sector se prevé el ajardinamiento extensivo de las cubiertas planas y la conservación y nueva creación de superficies de urbanización mínima específicas para la regeneración de la flora y la fauna.

En 1996 se abría al público el Gustav Ammann Park, un jardín concebido en 1942 en el exterior de un edificio asistencial de la colonia fabril, conservando en gran medida su estado original. El Oerliker Park, inaugurado en el 2001, fue el primero de los cuatro parques nuevos que se finalizó y se encuentra en el ámbito central de la zona en transformación, siendo el mayor de todos ellos. En su realización se asumieron las ideas expresadas por los ciudadanos sobre detalles de equipamiento durante los talleres participativos celebrados con jóvenes, jubilados y familias con niños. La reconversión de la antigua fábrica en oficina de atención al ciudadano dinamiza la participación ciudadana en el proceso de construcción del nuevo barrio y aglutina la nueva población a través de sus servicios y actividades.

El Oerliker Park, construido en medio de un proceso de transformación de gran alcance, se concretó influido por los parámetros de tiempo y cambio y se concibió más desde la noción de lleno y de estructura que desde el concepto de vacío, entendiendo que la limitación espacial de su ámbito podía quedar incompleta durante años. Así, el parque nació a partir de una retícula de fresnos jóvenes de diferentes regiones suizas y europeas que, con el tiempo, se convertirán en un cuerpo arbolado de aspecto compacto, pero cromáticamente contrastado. En medio de la trama regular de árboles con tutor, unos pocos elementos, aunque claramente diferenciados, de esta plantación extensiva salpicada de campos de cerezos, estoraques, paulonias o abedules, configuran un esquema de utilización intencionadamente abierto; en el centro del parque un patio de geometría igualmente estricta, concebido como un lugar de amplitud, ofrece una superficie independiente para el juego y el encuentro, revestida con tiras de madera de pino oregón autóctono y prácticamente desprovista de elementos de mobiliario, a diferencia del bosque adolescente, bajo el cual se dispusieron numerosos bancos de madera y tumbonas. A caballo entre la estructura arbolada y la era de madera, un pabellón sirve, en su sentido clásico, de abrigo, escenario o plataforma lúdica para las fiestas y actos del nuevo barrio, presentando con su configuración abierta hacia todos los lados una marcada versatilidad. En un extremo de la explanada de madera, una fuente de piedra verde con juegos y diferentes niveles permite disfrutar de varias formas de la compañía del agua. En el sector este del parque, en medio del campo de árboles, se construyó una torre mirador accesible a través de una escalera de caracol que, retorciéndose dentro de un esbelto núcleo de hormigón azul, permite la visión panorámica del área metropolitana al tiempo que reinterpreta la verticalidad de las viejas chimeneas presentes en el polígono industrial. La torre abierta al público está rodeada por una malla transparente de acero y es de libre acceso.