Projects Frontend Portlet

embedded = false isPreview = false

Parque Juan Carlos I

Madrid (España), 1992

Parque metropolitano en la entrada noreste de Madrid. Recuperación ambiental y paisajística del Olivar de la Hinojosa

Estado anterior

El parque Juan Carlos I nace ligado a la operación urbanística del Campo de las Naciones. Esta intervención, que se extiende sobre una superficie de más de 4.000 m2, ha significado una de las actuaciones urbanas de mayor envergadura desarrolladas por el Ayuntamiento de Madrid. El nuevo complejo actúa como recinto ferial de gran capacidad, y constituye la sede del nuevo Palacio Municipal de Congresos y de un complejo de hotel y oficinas.

Los terrenos del actual parque eran un espacio yermo, sin cultivos y deshabitado, que se había utilizado como vertedero durante muchos años, hasta experimentar un progresivo deterioro que alcanzó niveles prácticamente irreversibles. De manera que pudiera decirse milagrosa, se había mantenido una zona de olivos conocida como el «Olivar de la Hinojosa». Sin embargo, muchos olivos habían desaparecido debido a los vertidos incontrolados de material de derribo, de modo que, a pesar de que algunos ejemplares eran centenarios, el olivar sufría una fuerte degradación.

Objeto de la intervención

Creación de un parque con voluntad metropolitana, que ocupase la mitad de la superficie del proyecto del Campo de las Naciones, y que se beneficiara de su óptimo emplazamiento entre el centro urbano y el aeropuerto internacional de Madrid, con una buena conexión viaria y ferroviaria. De hecho, esta área se encuentra rodeada por diferentes viales de carácter metropolitano, como la M-40 y la autopista de acceso al aeropuerto de Barajas.

Uno de los conceptos iniciales de la intervención fue el de recuperar la vocación de zona verde que se había mantenido, con la clara voluntad de respetar el elemento vegetal más relevante del emplazamiento elegido, tanto desde el punto de vista ecológico como desde el paisajístico: el Olivar de la Hinojosa. En las 220 ha destinadas a espacio verde, existían 2.203 olivos distribuidos en ocho grupos diferenciados. El respeto al olivar se plasmó no sólo en su recuperación (saneamiento de muchos ejemplares deteriorados) sino también en su integración en el proyecto, del cual se constituyó a un tiempo en condicionante e inspirador.

Descripción

El parque se estructura en torno al concepto básico del círculo como figura geométrica generadora del diseño, tanto a nivel funcional como simbólico. Su composición se basa en un anillo distribuidor que corresponde al conjunto de paseos que va recorriendo el parque en una longitud de unos 3 km. El tratamiento dado a este anillo de circulación no es uniforme, pues lo mismo la vegetación que lo acompaña como el color de su pavimento son cambiantes y simbolizan las cuatro estaciones del año.

La vegetación del parque, tanto los árboles como los arbustos, a menudo se ha utilizado como un elemento arquitectónico más, actuando como telón de fondo, como contraste volumétrico, etc. En este sentido, el antiguo olivar recuperado actúa a modo de pieza fundamental del parque: la simbiosis entre olivar y parque se hace más patente en algunas zonas singulares como, por ejemplo, el Laberinto, la Pirámide no.IV, la isla del lago...El olivar cuenta hoy con 600 ejemplares más, y como contrapunto a esta masa vegetal, se ha plantado más de un millar de pinos piñoneros; estas dos especies constituyen la zona forestal más importante del parque. En estos bosquecillos se ha mantenido la cubierta vegetal espontánea de la zona. Las partes de agua en el parque, los estanques, el Lago, la Ría, unifican el conjunto y al mismo tiempo singularizan los ámbitos en que se encuentran. La Ría, con un aspecto notoriamente artificial, es uno de los recorridos fundamentales del área, y a partir de ella se articulan algunos de sus elementos más destacables: el estanque sur, la plaza central, el mirador de la Cuña...

Entre los elementos construidos del parque, hay que destacar el llamado «Jardín de las Tres Culturas», formado por tres jardines individuales que representan las tres culturas, cristiana, árabe y judía, en un claro simbolismo de su idea de paraíso.

Las diversas zonas elevadas y las pirámides tienen como objetivo proporcionar puntos de vista tanto del interior del parque como de su exterior, y son consecuencia del aprovechamiento de las tierras producto de los vertidos de material de derribo y de los propios movimientos de tierras efectuados para la construcción del parque.

El parque Juan Carlos I nació con el deseo de convertirse en un espacio integrador de las artes que sirviera como soporte a gran número de esculturas de gran formato. Dieciséis artistas han emplazado sus obras en diversas áreas del parque, que también incluye un anfiteatro para actividades al aire libre y una serie de fuentes y juegos de agua, entre las que destacan las fuentes cibernéticas.

Valoración

El parque Juan Carlos I ha significado para Madrid, concretamente para su zona noreste, la rehabilitación de uno de los límites de la ciudad más degradados y desfigurados. En la actualidad es un espacio público muy concurrido por los habitantes de un área metropolitana que dispone de muy pocos espacios verdes.

Por otra parte, la noción de que el parque es la puerta de entrada a Madrid en función de su visión aérea fue uno de los aspectos considerados en la adopción de un diseño de fuerte geometría y arquitectura acentuadas; es decir, se tenía que facilitar su lectura desde el aire. Esta apuesta, con lo que significa en el momento de crear un paisaje con un componente determinante de zona verde, ha sido el aspecto más controvertido en la valoración de la obra.

[Última actualización: 25/04/2024]

Ficha técnica

CIUDAD: Madrid
PAÍS: España
INICIO DEL PROYECTO: 1990
INICIO DE LAS OBRAS: 1990
FINAL DE LAS OBRAS: 1992
SUPERFICIE: 2.200.000 m²
COSTE: 60.101.200 €

Créditos

COLABORADORES:
Arantza Arias, Tomás Antón, Ignacio Martín, Raul Cabello, Aitor Goitia, José A. Torroja

Documentos relacionados