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En la orilla europea del Bósforo está el municipio de Beşiktaş, uno de los más diversos y bulliciosos del área metropolitana de Estambul. Aunque pequeño, su mercado de pescado es muy conocido, ya que hace más de un siglo que anima las calles desde un cruce en forma de triángulo y repleto de populosos restaurantes. Hasta hace poco, lo caracterizaba una cubierta de tejas, igualmente triangular y sostenida de forma muy imprecisa por un bosque de puntales metálicos que atravesaban como querían los ajados puestos de madera. El deterioro de la estructura y la dudosa salubridad de las instalaciones no parecían afectar la reputación y el encanto del mercado. Fueron necesarias varias sanciones de las autoridades sanitarias para que se empezara a notar cómo bajaban las ventas. En esas circunstancias, los pescaderos hallaban cada vez mayores dificultades para competir con los centros comerciales del extrarradio, sin duda más limpios y quizá de calidad similar, pero mucho menos favorables a la calidad de vida urbana.Objeto de la intervención
En 2006, en un esfuerzo por recuperar clientes y mejorar su espacio de trabajo, los pescaderos dejaron de lado la competencia cotidiana e hicieron piña para reclamar al Ayuntamiento de Beşiktaş la reforma del mercado. Había que reconstruir el continente para conservar el contenido, que debía revivir con más fuerza que nunca sin necesidad de cambiar de ubicación o de modelo comercial. Como buen mercado municipal, una vez reformado, el espacio volvería a ser motor de dinamismo de los barrios y punto de atracción para propios y extraños.Descripción
Al igual que su predecesor, el nuevo mercado de pescado de Beşiktaş es un porche de planta triangular, forma que le permite ajustarse como un guante al contexto que lo acoge. Se trata de un triángulo equilátero, constituido por una losa horizontal de hormigón armado que solo se apoya en sus tres vértices. No lo hace a través de pilares, pues es ella misma la que se dobla para llegar hasta el suelo y verter el agua que recoge de la lluvia. La losa presenta un canto considerable, de más de ochenta centímetros de grosor, ya que debe salvar luces de unos veinticinco metros en sus tres costados. La ausencia de cualquier tipo de fachada hace que estos laterales sean diáfanos y que el mercado mantenga una relación muy estrecha con las calles peatonales que lo rodean y las plantas bajas de los edificios perimetrales.Dentro del mercado, la concentración de los soportes en tres únicos puntos tiene efectos liberadores tanto en el suelo como en el techo. En cuanto al primero, permite optimizar las necesidades programáticas de la planta, salvando puestos y pasadizos de interrupciones visuales o circulatorias. Ello facilita la organización de sus seis pescaderías, dispuestas sobre una trama hexagonal en la que cada una de ellas está al mismo tiempo en contacto con el perímetro y con el centro del mercado. En cuanto al techo, el hecho de ser diáfano, libre de soportes, dramatiza el espacio interior y le confiere una rotundidad unitaria que contrasta, a unos cinco metros de altura, con la fragmentación imbricada y laberíntica de la actividad que acoge. Sin embargo, esta uniformidad se ameniza con los ramos de lámparas que cuelgan sobre los puestos y con el óculo central que vierte luz cenital sobre la parte más oscura del porche.
Valoración
En el nuevo mercado de Beşiktaş se conjuga la más rabiosa contemporaneidad con la continuidad de una tradición tan antigua como la propia ciudad. La primera actitud sirve para fundar un reclamo icónico que atrae a Beşiktaş a nuevos visitantes de toda Estambul. Vienen atraídos por una geometría que resulta insólita dentro de su contexto, pero que no es arbitraria ni ensimismada, sino que se amolda al tejido que la contiene. Aún más remarcable es la segunda actitud, que, a diferencia de tantos otros espacios comerciales, nuevos o reformados, no da la espalda a la ciudad. Aquí el mercado sabe renunciar a puertas automáticas, aires acondicionados, escaleras mecánicas o aparcamientos subterráneos para mantenerse fiel a su verdadera esencia, que no es otra que la de una plaza pública cubierta por un porche. Un techo cívico, un palio alto y ventilado que protege los víveres del sol y la lluvia de forma bella y sostenible, propiciando el comercio de proximidad, la movilidad lenta, la interacción social y la actividad de los barrios que lo rodean. Un arquetipo de espacio público que se halla en las raíces más profundas del hecho urbano.David Bravo │ Traducción de Maria Llopis
[Última actualización: 18/06/2018]
