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  • SELECCIÓN ARCHIVO 2002

Parc de la Fontsanta

Sant Joan Despí (España), 2001

Nuevo parque metropolitano en la antigua riera de la Fontsanta, a Sant Joan Despí

Estado anterior

La riera de la Fontsanta, en el término municipal de Sant Joan Despí, en el Área Metropolitana de Barcelona, se canalizó hace años y se utilizó durante mucho tiempo como vertedero al aire libre de materiales inorgánicos, hecho que comportó una alteración sustancial de su forma, al tiempo que la eliminación de un sistema natural con sus procesos implícitos. Antes del proyecto, la riera presentaba diferentes grados de transformación; mientras que el ámbito comprendido entre un cementerio existente y un equipamiento deportivo construido sobre un gran depósito de aguas se había terraplenado completamente, la zona desarrollada en la cuarta fase del proyecto para la construcción del parque mantenía en buena medida la forma y la topografía de los alrededores del antiguo curso de agua.

Objeto de la intervención

En el ámbito mediterráneo, la característica presencia de rieras ha tenido una acusada incidencia en la morfología del territorio. A pesar de este hecho, no obstante, las rieras y sus ámbitos de influencia se han entendido a menudo como lugares marginales de la ciudad, no aptos para acoger sus usos principales y con frecuencia calificados por el planeamiento urbanístico como zonas verdes de posterior desarrollo. El Área Metropolitana de Barcelona convocó un concurso para la construcción de un parque que, adoptando el nombre de la antigua riera en que se ubica, valorara este lugar, dándole sentido a escala local y supralocal. El parque de la Fontsanta, construido en diferentes fases desde el concurso y situado entre una zona industrial y un área residencial de construcción relativamente reciente, debía reconducir esta situación de marginalidad y creciente deterioro del lugar y convertirlo en un entorno verde cuyo paisaje volviera a ser el verdadero referente.

Descripción

El parque, en sus diferentes fases de ejecución, representa un conjunto de espacios públicos nuevos para la ciudad. La cuarta fase, con una superficie de 3,5 hectáreas, se desarrolló en una zona donde la morfología y la topografía originales, con unos desniveles de hasta 30 metros, se habían mantenido con pocas alteraciones. El proyecto propuso una intervención que rehiciera el lugar a través del recuerdo de sus diferentes estados anteriores, utilizando instrumentos propios del paisaje. Los dos elementos básicos para la configuración general del parque en esta fase fueron las terrazas de gaviones, utilizadas con objeto de resolver las diferencias de cota y configurar las zonas de uso intensivo, y el bosque, de arces y fresnos, para generar un tejido capaz de dar continuidad a un espacio de interés metropolitano y de escala territorial.

El sistema de circulaciones del parque se organiza a partir de las condiciones topográficas del lugar. Desde las cotas altas, enlazadas con los diferentes viales del entorno, aunque fundamentalmente a partir de un punto que lo relaciona con la zona residencial vecina, se configura un ámbito llano, suavemente descendente, desde el cual se puede acceder gradualmente hacia los recorridos inferiores al mismo corazón del desaparecido curso de agua, en el fondo de un barranco, donde a través de un itinerario abrigado por los taludes de tierra se llega a una nueva pista polideportiva o a una pequeña balsa, respectivamente en ambos extremos.

En los taludes del barranco, con objeto de estabilizar las vertientes castigadas por el impacto del antiguo vertedero, se aportaron nuevas tierras que generaron una estructura formal sensiblemente nueva, que consolidaba las fuertes pendientes naturales de la cuenca. Se actuó de manera que, sin pretender una reconstrucción obstinada de la situación original del lugar, se consiguiese en cambio que éste, desde la memoria de sus diferentes momentos previos –como riera y como vertedero–, insinuase los mecanismos que guiaron la intervención. Así, la acción de verter llevada a cabo para la consolidación de las tierras, se extrapoló al tratamiento y disposición de la nueva vegetación que cae por los taludes laterales desde las plataformas superiores siguiendo los previsibles cursos de máxima erosión de las aguas para acabar acumulándose en masa en la parte inferior del antiguo lecho de la riera, donde su ausencia motivó la propuesta de un recorrido peatonal en zigzag que reinterpreta en cierto modo la presencia del viejo flujo en medio de la secuencia naturalizada de los conos de tierras del barranco. Para las nuevas plantaciones se utilizaron especies vegetales existentes en el lugar –olmos, retama y mimosas–, vegetación propia de riera –falsa acacia y ailantos–, plantas sarmentosas y plantación de prados de gramíneas destinados a fijar las tierras y evitar la erosión.

Valoración

El nuevo parque es fruto de una actuación atenta a las condiciones naturales de un lugar que se rehace a partir de sus propias vicisitudes. La actuación propone unos itinerarios naturales para el entorno consolidado que, con su contraposición formal, reinterpretan el ámbito y hacen aflorar su historia. Así, los ejes rectilíneos de los recorridos peatonales de las cotas altas, relacionados con el entorno urbano, parecen incitar, con su direccionalidad manifiesta, a adentrarse en el misterioso mundo del fondo del barranco, en el que el pequeño paso que discurre tranquilamente entre las altas paredes de sus flancos contrasta por su definición quebrada con la configuración de los pasos anteriores. Los cambios súbitos de perspectiva en el trazado del itinerario inferior invitan a abstraerse del contexto urbano y a adentrarse en el aire secreto y recóndito de un lugar que de la mano de esta actuación revive en buena medida su condición natural.

El pequeño estanque en uno de los extremos del antiguo cauce del curso fluvial no hace sino acentuar el ambiente de alusión general a la memoria del lugar y a sus estados anteriores, en un homenaje a la ausencia del agua; vieja protagonista del lugar, última responsable de su morfología característica. La construcción del parque de la Fontsanta ha representado una significativa mejora ambiental para todo el contexto urbano inmediato y ha transformado una periferia caracterizada por su mal uso y estado de abandono en un lugar naturalizado para el reposo y el ocio ciudadanos.

Mònica Oliveres i Guixer, arquitecta

[Última actualización: 02/05/2018]

Ficha técnica

CIUDAD: Sant Joan Despí
PAÍS: España
INICIO DEL PROYECTO: 1998
INICIO DE LAS OBRAS: 1999
FINAL DE LAS OBRAS: 2001
SUPERFICIE: 35.000 m²
COSTE: 1.148.500 €

Créditos

AUTORES:
Xavier Vendrell, Manuel Ruisánchez Capelastegui

COLABORADORES:
Manuel Colominas i Golobardes

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